miércoles, 10 de septiembre de 2008

El domingo estaré otra vez ante unas luces, frente a unas cámaras, en un estudio de TV.

Será por Canal 11, que Ibope dice que es un canal siberiano de antena, todos los domingos a las 9 de la noche.

Gélido o no, Canal 11 ha sido el que, al final, se ha atrevido a abrirme una puerta. Y esa valentía es algo que quienes esperan mi retorno deberán de reconocer.

Se necesita ser valiente para contratarme. Y no se necesita ser brillante para imaginar la cantidad de presiones que están recibiendo (y recibirán, espero que a pie firme como hasta ahora) los directivos de RBC Televisión.

“Colegas” verdeados por la envidia, autoridades temerosas, canallas de todas las raleas lanzan advertencias, anuncian tiempos peores, amenazan con un bloqueo de estilo cubano sobre la emisora que se ha atrevido a sacarme del exilio interior al que “el sistema” –el sistema de los humoristas vendidos y los vendidos que hacen de humoristas involuntarios- me había condenado.

Alguien me dijo hace poco, con no poca fruición:

-El “sistema” te ha sacado del medio. Y el “sistema” ha demostrado que se puede vivir sin ti.

Me dio ganas de decirle a esa persona que no era para tanto. Que, en realidad, yo también había aprendido a vivir lo más lejos del sistema que me fuera posible.

Tradúzcase “sistema” por tejido de intereses y carencia de escrúpulos y se entenderá mejor esa frase que quiso ser lapidaria.

Y ahora no es que el “sistema” me haya recuperado. Es que un canal que a va contramano del “sistema” está decidido a desafinar y a ejercitar la libertad que los demás temen o despilfarran.

En resumen, que todos los kuchinkis están sobresaltados. “Los destructores” del erario público están temerosos. El basural de la política está conmovido.

A mí no me importa quiénes se ponen nerviosos. A mí lo único que me importa –como siempre- es no decepcionar.

Mi compromiso, como toda la vida, es con el público que quiere salirse del desayuno escolar que ofrece la TV como ración diaria de política. Mi compromiso es con los que están hartos de tanta afonía en relación a los temas que de verdad importan.

Y el programa se llama “El perro del hortelano” para mandarle, desde el saque, un mensaje al presidente de la República. Este no será un programa al que llame el señor Luis Nava –cuyos ancestros fueron, como se sabe, descubiertos por un entomólogo francés a orillas del Putumayo en 1846- ni el ilustrado señor Chirito, secretario y jefe de prensa de Su Excelencia, respectivamente.

Modestamente, creemos que el verdadero enemigo del Perú no es el perro del hortelano que derogó a mordiscos la ley de la selva. El verdadero enemigo del Perú es la perra corrupción. Y la perra corrupción está volviendo a tener crías en este segundo alanismo del Señor.

El programa tendrá opiniones pero no pretende ser, desde luego, una sucesión de indignaciones. Lo que contaremos a los televidentes de la TV abierta –abierta en canal por quienes la han amordazado- serán cosas que hayan sucedido, hechos comprobables y documentados, delitos menores y mayores siempre sostenidos en papeles.

De modo que los que deberían de temernos son los cutreros. Y los que escriben desde la cutra. Y los que defienden a los cutreros. Y los que se han hecho ricos en la cutrería. Y los que le dicen a la pobrería que el destino de la patria los obsesiona cuando lo que los obsesiona es el cheque de la riquería.

La democracia no consiste en votar cada cinco años. La libertad de prensa no consiste en ver cómo se roba mientras se habla de Karen Dejo. El periodismo no consiste en construir un imperio que le deba favores a casi todos los personajes importantes de la política y la economía. Tampoco consiste en hacer chicharrones porque así lo exige un empresario que come tacos y es dueño ilegal de dos canales de TV “peruanos”.

El periodismo, desde siempre, fue una variante de la herejía, un discípulo de la insumisión, un amigo de la duda. El periodismo que vale la pena, quiero decir. Porque el otro pasará por Taboada.

Este domingo a las 9 de la noche, en el supuesto frío polar del Canal 11, habrá una llamita a la que arrimarse. Los esperamos.

César Hildebrandt
La Primera

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